La luna brillaba sobre la ciudad de Monterrey, desde las esquinas del Barrio Antiguo se
podía ver desde lo alto.
Otra noche de viernes en el Valhala, Daniel Caine
estaba tomando una cerveza después de un día más de trabajo, una canción de
Épica sonaba en el interior del bar. El Valhala era el bar preferido de la
comunidad metalera, tenia afiches de bandas como Burzum, Bathory, Arkona,
Behemoth, Mayhem, Amon Amarth entre otros. En algunas ocasiones tocaba alguna
banda local o nacional, inclusive en el escenario habían tocado grandes bandas
como Theatre of Tragedy antes de la partida de Liv Kristine.
Vicente se acerco a los muchachos para ver si se les
ofrecía algo mas, a Teo se le habia acabado la cerveza así que pidió otra,
Christina mientras tanto quería otro ron con coca.
-¿Saben algo de tu prima?
-También es tu prima—le respondió Teo, aunque a
Daniel no le gustaba reconocerlo tenía que admitir que el también era un
Ventura aunque no legitimo. El padre de Teo habia tenido un amorío con su
secretaria una joven aspirante a actriz y de esa relación habia nacido Daniel
aunque él no se consideraba un Ventura, a excepción de Teo y Sandra no tenía
ninguna relación con el resto de su familia.
Aunque desde los dos años vivió en casa de la
familia de su padre, se negaba a usar el apellido, no se sentía uno de ellos,
no obstante tenía buenas relaciones con sus hermanos y en cuanto a su madre.
Ella vivía en Chetumal y no habia hablado con ella en años.
-Hace meses que nadie sabe algo de ella, hace una
semana hablo por teléfono pero no dijo dónde estaba. Solo dijo que estaba
bien—dijo Teo tomando otro sorbo de su cerveza.
Los viernes por la noche se reunían ocasionalmente
en Valhala a conversar, tomar unas cervezas, escuchar buena música y recordar
viejos tiempos. El bar se encontraba lleno esa noche, habían grupos de amigos
cada uno sentado en su mesa charlando, unas cuantas parejas y unas cuatro
adolescentes en la barra buscando una aventura.
Las cuatro eran lindas pero ninguna de ellas se veía
mayor de dieciocho años aunque hayan mostrado sus credenciales. Vestían con
minifaldas y playeras de bandas como Good Charlotte y Evanesce, lo cual
indicaba que eran posers.
Una de las chicas una güerita con algunas pecas le
guiño el ojo a Leo quien le correspondía en cada uno de sus coqueteos.
-Te vas a meter en un pedo—advirtió Teo.
Leo no hizo caso y continuaba mandando uno que otro
besito a la chica, la cerveza de Daniel se habia acabado, llamo a Carolina la
joven mesera para que le trajera otro tarro de cerveza oscura.
Esa noche se encontraban Teo, Leo, Christina y
Daniel, los cuatro pasaban la noche platicando sobre la semana y sobre los
planes que tenían para el dieciséis.
Daniel necesitaba ese fin de semana, se habia
sentido muy deprimido desde que regreso de la capital y no era para menos.
Después de dos años de vivir y luchar por una oportunidad al final el Distrito
termino por derrotarlo.
Se habia ido a la capital a buscar su sueño de ser
cantante, le prometió a todos que regresaría siendo un músico reconocido y se
llevo su guitarra, su libreta de canciones y su libro “En Alas de la canción”
de Thomas Disch una novela que habia sido su inspiración y la impulsora de sus sueños.
Se sentía identificado con el protagonista del libro
(que también se llamaba Daniel) y desde que lo leyó por primera vez—cuando
contaba con quince años—sentía que el personaje de la novela y el eran una
misma persona.
Habían sido dos años duros en el Distrito, se habia
hospedado en un cuarto de alquiler que su prima le habia ayudado a conseguir,
Daniel habia creído que llegaría para quedarse pero comprendió al poco tiempo
que la capital devora los sueños de los provincianos.
Intento ingresar a talleres de opera pero fue
rechazado, intento ingresar a la escuela de canto sin ser admitido. Formo parte
de un grupo musical con un chico de Argentina al que conoció durante las
audiciones de una escuela de música.
La banda se llamaba “Mantra” y habían tocado en un
café alternativo hasta que el productor de una importante disquera intervino,
les hizo muchas promesas de fama y dinero pero a cambio de cambiar su estilo,
Daniel fue el único que no estuvo de acuerdo y se salió del grupo. Actualmente
Génesis—la banda habia cambiado su nombre—era una de las agrupaciones pop más
conocidas eso si vendiendo su alma a una disquera pensó Daniel con amargura. En
esos dos años habia sido víctima de dos secuestros expreses, habia sido
asaltado un par de veces –en uno de los asaltos rompieron su guitarra—y habia
conocido la mezquindad de la gente de la capital.
No le daban trabajo por ser de provincia, no lo
escogían en las escuelas de música por ser de otro estado, habia conseguido un
trabajo como mesero en un restaurante de Polanco, un empleo que odiaba pero que
le daba para vivir.
Sus pocos momentos felices en la capital eran cuando
se comunicaba con Diana y sus amigos a través de Skype, en el Circo Volador, en
el Chopo y fumando marihuana con amigos a los que conocía en sitios
alternativos.
Pero se termino rindiendo, al final no tendría un
chance, renuncio al trabajo de mesero e intento buscar uno nuevo sin mucha
suerte. Al final decidió volver a Monterrey donde sus amigos y su novia lo
esperaban.
No se sentía bien, sentía que habia perdido y que
todo por lo que lucho al final fue en vano, sentía que le habia fallado a todos
y así mismo.
-Vamos al billar quiero jugar una partida—dijo Leo
levantándose de la mesa, Daniel fue a acompañarlo, quería jugar una partida de
billar también.
Teo se quedo conversando con Christina en la mesa,
el billar se habia desocupado por unos amigos que se iban al antro. Al ver la
mesa Daniel recordaba a Max, recuerda
que era un gran jugador de billar y de dardos, le llamaban el rey del billar
porque nunca fallaba un tiro.
Max habia desaparecido hace dos años, nadie sabía
nada acerca de el desde entonces pero sus amigos sabían que estuviera en donde
estuviera se sabía cuidar solo, Max era un espíritu libre, un rebelde pero
Daniel no se acostumbraba a su ausencia. Lo recordaba con su chamarra negra y
su moto, recordaba las tardes que pasaban
fumando marihuana y escuchando a Iggy Pop, a Sex Pistols y a Laibach.
René y sus amigos aparecieron en la mesa de billar,
en el mundo de la cultura metal René era
considerado un perdedor, usaba una playera de Mago de Oz y los ojos
maquillados, habia concursado tres veces en castings de la Academia, se
necesitaba ser un verdadero perdedor para participar en algo así.
Christian hizo una mueca de desagrado al ver a René,
ocasionalmente el tipo la llamaba bruja por su don, hizo una cruz con los dedos
bromeando, Christina desvió la mirada sin molestarse en hacer algún comentario.
-No te pases cabron—le advirtió Leo.
-No te esponjes Fernández fue solo una broma—dijo
lanzando esa risa de hiena que tenia, Christina usaba guantes desde que era una
niña, odiaba usarlos pero era necesario.
Christina tenía un don en las manos, cada vez que
tocaba a alguien podía ver el pasado y el futuro de esa persona. Solo se
activaba en ocasiones pero ella prefería usar guantes para no tener que
descubrir cosas personales de sus amigos y de desconocidos. Habia aprendido que
habia cosas que era mejor no saber.
Rene quería seguir fastidiando pero sus amigos le
insistieron en que fueran a otra mesa, algunas veces cuando se ponía insolente
entre Leo y Max le propinaban una golpiza, en ocasiones como esta Christina lo
extrañaba.
-¿Cómo vas
con Diana?—pregunto Leo.
-A excepción del cretino de su hermano todo va bien
entre nosotros—respondió Daniel mientras ordenaba las bolas.
-Mañana en la noche la veré—agrego después a lo que
su amigo respondió afirmativamente.
-¿Están listos para Parras chicos?—pregunto Vicente
sentándose al lado de Teo después de atender una mesas. Todos asintieron,
Vicente tenía una casa con piscina en Parras que usaba en vacaciones, se
acercaba el puente por día de la independencia y pensaban usar la casa durante
desde el viernes hasta el domingo.
Teo tenía muchos gastos en la semana, tenía dinero
para la renta, para salir con Hannah. Lo que no tenía dinero era para el viaje
a Parras pero eso no era ningún problema, Leo le pagaría su parte. No trabajaba
pero siempre conseguía dinero. En una partida de póker, robando una cañería de
cobre o pasando por un puesto de revista donde cogiera el dinero, quizás no
fuera nada honesto pero si alguna virtud tenia Leo era la lealtad a sus amigos
sobre todo a Teo.
Leo pidió una orden de papas cajun con unos tarros
de cerveza oscura, saco su cajetilla y ofreció de sus cigarros a Vicente y a
Daniel ambos aceptaron. Valhala era de los pocos bares donde todavía se podía
fumar dentro.
Jugaron unas partidas de billar a las que se unió
Christina mientras que en la mesa Teo y Vicente se quedaban charlando.
Carolina llego con la orden, cuando iba a agarrar el
plato de Leo accidentalmente tiro la cerveza sobre uno de los guantes de
Christina. Se disculpo repetitivamente y fue por un pañuelo para limpiarlo.
Daniel quiso ayudarla con una servilleta y tocando accidentalmente la mano de
su amiga.
Christina se puso en trance, sus pupilas se pusieron
en blanco, tras unos instantes quito la mano respirando profundamente, se
encontraba muy agitada como sucedía cada vez que tenía una visión. Vicente y
Teo la ayudaron a reponerse.
-Un hombre con gabardina café….no era un hombre……no
lo sé pero estaba contigo Daniel—dijo pero su amigo no tenía la menor idea de
lo que decía. Sus amigos estaban tan perplejos como él. La breve descripción
del hombre le recordó a Leo a John Constantine.
-No sé de que hablas….
-Eras un niño. Era de noche, te levantaste a buscar
un vaso de leche y ahí lo encontraste, tenias miedo. El te dio algo—dijo
Christina temblorosa pero Daniel seguía sin entender a que se refería.
-Ese algo va a despertar en ti—afirmo cuando
Carolina llego a limpiar la mesa, dijo que la casa invitaba otra cerveza en
reposición al que se derramo sin embargo nadie prestaba atención a lo que
decía. Estaban más interesados en la visión de Christina.
-¿Qué es lo que despertara en mi?
-No lo sé….no quiero hablar más de esto por
favor—pidió. Decidieron dejar de lado el tema y concentrarse en el puente.
Hablaron de las cervezas, del tipo de carne, de la
botana pero a pesar de estar participando en la conversación Daniel no podía
dejar de pensar en la visión de Christina. El presentimiento de que algo iba a
pasar, algo que lo cambiaria todo.
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