Por
Fernando Trujillo
El pasado domingo fueron las elecciones
presidenciales en Francia, la segunda vuelta de las elecciones entre Macron y
Le Pen. Como bien sabemos la contienda termino con el triunfo de Macron con un
arrollador 64% frente a un 34% del Frente Nacional.
Fue duro, fue devastador ver una derrota de un
movimiento nacionalista, me sentí enojado, frustrado, me sentí deprimido como
todos los nacionalistas que dimos nuestro a poyo a Le Pen pero lamentablemente
el pueblo de Francia eligió al candidato de las elites financieras sobre la
candidata del pueblo.
El mayor temor de los franceses fue la llegada al
poder del nacionalismo—erróneamente llamado ultraderecha—no les importo que más
de 284 de sus ciudadanos han sido brutalmente asesinados por jihadistas, no les
importo como su país está ya en un proceso irrevocable de tercermundizacion por
la ola de inmigrantes africanos y musulmanes que las elites financieras de
Europa traen. Su temor más grande no es de un atentado jihadista, su temor más
grande fue la “islamofobia” y esa diabolizada “ultraderecha” que representaba
Le Pen. El novelista Michel Houllebecq tenía razón en su novela “Sumisión”, la
derecha y la izquierda se iban a unir para derrotar al Frente Nacional en las
elecciones y lo hicieron.
El pueblo francés tuvo la oportunidad de tener una
gran líder y la desperdicio.
Francia cuna de la democracia moderna, de los
derechos humanos, el antimonarquismo y donde se originó todo el liberalismo político
y cultural ha sellado su destino, seguirá en la Unión Europea, seguirá predicando
hipócritamente la “libertad, la igualdad y la fraternidad” mientras bombardea países
de medio oriente y seguirá recibiendo a yihadistas venidos a refugiados que
asesinaran a sus ciudadanos pero nadie hablara porque no quieren ser racistas. Siendo
honestos ¿Se podía esperar algo bueno del país donde se originó toda la
decadencia de Occidente?
No obstante dejando el lado el pesimismo actual esta
contienda nos dejó algunas cosas positivas que remarcar.
Primero un incremento del nacionalismo, en el año
2002 Jean Marie Le Pen padre de la actual candidata se postuló a la
presidencia, ese año perdió con un 17% en la segunda vuelta, su hija perdió con
un porcentaje mucho mayor de un 34% eso significa que en todos estos años hubo
un incremento de patriotas franceses, de gente que no querían una islamización
ni que su país estuviera sometido a las políticas financieras de la Unión
Europea. En las próximas elecciones cuando la situación de Francia empeore más
de lo que ya está el número de patriotas crecerá.
Dejando de lado a Francia, esta elección junto con
la elección norteamericana de Trump y el Brexit mostraron que el binomio
derechas-izquierda no existen más, tanto en Estados Unidos como en Francia la
derecha y la izquierda se aliaron para frenar a los candidatos nacionalistas. Este
paradigma ha quedado obsoleto, el nuevo paradigma es entre el nacionalismo y el
globalismo, entre el trabajador y el usurero, entre el pueblo y las elites
financieras. Tal como señalo Daria Dugina en su artículo “Francia: globalismo
contra patriotismo”:
“El candidato republicano Fillon, crítico de Macron, se
unió a Macron. Tanto los candidatos de derechas como los de izquierdas se
convirtieron en parte del equipo de Macron. La división (partidos de izquierda
/ derecha) que existió durante varios siglos terminó legítima y legalmente.”
Estamos bajo un nuevo paradigma
metapolitico, la izquierda y la derecha se han fusionado, los antiguos
conceptos ya no son válidos, solo están el nacionalismo y el globalismo.
Estos acontecimientos mostraron que todos esos
colectivos antifascistas, feministas, estas ONG, estos grupos liberales y
asociaciones de “artistas” de Hollywood no son más que herramientas del gran
capital, que los medios, la prensa libre son instrumentos de la banca
internacional, han quedado al descubierto frente al pueblo, ellos son el
enemigo, ellos son parte de la agenda globalista.
El nacionalismo cobra más auge, la derrota de Le Pen
fue dolorosa si pero vendrán más victorias, a veces se pierde y otras se gana,
lo cierto es que perdimos una batalla pero la guerra metapolitica continua.
Semanas antes de la elección francesa en USA se dio
la que es conocida popularmente como “La Batalla de Berkeley” en la que grupos
de nacionalistas y de antifascistas se enfrentaron abiertamente, los
nacionalistas se enfrentaron a una horda más grande de antifascistas,
feministas, hipsters y liberales con apoyo de la policía a los que derrotaron.
Efectivamente los nacionalistas triunfaron en
Berkeley y la foto más viralizada fue de un nacionalista asestándole un
puñetazo a una feminista. Un pequeño grupo logro hacer retroceder a una horda
furibunda y fue algo grandioso.
Los movimientos nacionalistas, identitarios, de la
nueva derecha están saliendo a las calles, ya no se esconden si no que militan
abiertamente y tienen una cobertura en todos los medios más que antes. Esto vas
más allá de Trump, Le Pen, el Brexit, estamos aquí y nadie puede parar nuestra
cruzada metapolitica.
La clase obrera se muestra partidaria de los
nacionalistas, los intelectuales van abandonando la izquierda, el feminismo y
las políticas pro-inmigracion reciben criticas cada vez más abierta.
La derrota del Frente Nacional fue un revés pero la
guerra continua, dejando a Europa Occidental en Europa Oriental se vuelven más
fuerte, su desconfianza a la Unión Europea es abierta, países como Polonia, Hungría
y Moldavia repudian las políticas liberales que viene de esta, mientras en
Estonia en las aulas de las escuelas a los niños se les enseña a honrar el
pasado de los militares de la Waffen SS, algo que por supuesto ha puesto el
grito en el cielo de los liberales occidentales.
Nuestro momento es ahora, está en marcha, tenemos
que aprender que vamos a perder y vamos a ganar, una batalla fue pérdida pero todavía
la guerra continua. Estamos aquí y estamos en pie de lucha.
Mayo 2017
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