Por
Fernando Trujillo
Demente, depravado, cruel, tirano, son algunos de
los epítetos que se han usado para referirse al emperador romano Calígula quien
gobernara el imperio romano de los años 37 al 41 de la era cristiana.
Calígula ha pasado a la historia como un emperador
insano, capaz de actos atroces y abominables. El retrato más famoso que se ha
hecho de este emperador ha sido en la película Calígula de Tinto Brass una obra
nauseabunda y considerada entre las peores obras cinematográficas de la
historia en la que Calígula (interpretado por Malcom McDowell) y toda la
sociedad romana están representados como una horda promiscua, excéntrica,
incestuosa, decadente y moralmente podrida. Hollywood en general ha representado
a la civilización romana de ese modo pero en esta película se llega aniveles
grotescos y tragicómicos, obviamente carentes de seriedad histórica.
La historia como sabemos la escriben los vencedores,
la escriben y reescriben quienes están en el poder de turno, ellos son quienes
dictaminan quien es héroe y quien es villano, ellos exageran los hechos para
engrandecer o humillar a un pueblo o a un personaje. Sabiendo esto podríamos
preguntarnos ¿Fue realmente Calígula un villano?
Para Hollywood sabemos fue un demente sediento de poder,
para Camus fue un personaje trágico, un símbolo de lo absurdo en el ser humano,
los textos romanos no han sido favorables con su reinado describiendo todo tipo
de excentricidades y actos despóticos, no obstante estos textos fueron escritos
en su mayoría por sus detractores por lo que la objetividad puede ser puesta en
duda.
Seneca el Joven da algunas descripciones negativas
de su persona pero el filósofo estuvo a punto de ser ejecutado por tomar parte
de una conspiración para derrocarlo en el año 39, por lo que estas anécdotas
pueden ser puestas en duda.
En tiempos recientes es el historiador Roldan Hervas
quien en su obra “Calígula: el autócrata inmaduro” puso en duda todas estas
fuentes y en su libro ha desmontado muchos mitos alrededor del emperador.
En sus propias palabras expresa: “Todas ellas [las fuentes] escritas para las
elites sociales romanas a las que pertenecían los senadores, que no habrían
aceptado de buen agrado una imagen positiva tratándose de una figura tan
antisenatorial. Yo llegue a la conclusión de que solo fue un joven
desequilibrado por una niñez trágica y una adolescencia marcada por el miedo
que de improvisto, se encontró con un poder omnímodo. Y toda la represión
contenida que había acumulado estallo en una desbocada satisfacción de los más
elementales instintos”.
Detrás de todas estas mentiras y exageraciones
hechas en la historia, tal vez en Calígula encontremos a una figura trágica que
se refugió en su locura para escapar de la dureza de la realidad.
Para los historiadores es una ardua tarea separar la
realidad de la ficción, tratándose de Calígula es muy difícil poder ver que fue
real y que es parte del mito que ha rodeado al tercer emperador romano.
La dinastía Julia-Claudia a la que perteneció era un
nido de intrigas, en donde la traición y los métodos crueles para escalar al
poder eran habituales (tal como Robert Graves retrato en su “Yo Claudio”), este
ambiente de desconfianza y crueldad seguro afectaron la mente del joven Calígula
que busco escapar de la realidad.
Tal como el personaje del emperador afirma en la
obra de Camus: “Las personas mueren y no
son felices. El mundo tal y como esta se me es insoportable, por eso necesito
la luna, o la felicidad, o la inmortalidad, o algo que por demente que suene,
ayude a corregir este mundo.”
Posiblemente actos como nombrarse un dios o nombrar cónsul
a su caballo hayan sido intentos por escapar del mundo, por buscar algo para
poder evadirse, esto convertiría a Calígula en un emperador trágico pero también
en el primer nihilista de la historia, alguien que negaba la realidad del mundo
y buscaba cambiarlo de alguna forma excéntrica.
Así lejos del trastornado monarca de la cultura
popular podíamos ver en el a un ser incomprendido, un soñador en un mundo que
no admite soñadores.
Tal vez en el podamos ver un idealista, a manera política
quiso hacer muchos cambios, tuvo políticas antijudías en las que ordeno colocar
sus estatuas en las sinagogas lo que provoco el rechazo del pueblo judío, quiso
poner orden en el sistema financiero haciendo donativos a soldados y
ciudadanos, queriendo poner un límite a las clases altas a las que pertenecían los
senadores por los que se ganó el rechazo de estos.
Existen muchas dudas respecto a su compleja
personalidad y la versión que nos ha llegado ha sido sumamente simplificadora.
Un maniático tal vez pero lejos del monstruo que lo
han convertido, un emperador incomprendido creo yo, alguien quien desde su locura
quiso cambiar al mundo y fue esa incomprensión, ese rechazo lo que lo llevo a
ser asesinado junto con su familia.
Alguien que busco convertirse en una divinidad,
buscando en ser un dios una manera de superar la tristeza y la dureza de la
vida como humano.
Las últimas palabras del emperador al momento de ser
asesinado fueron “¡Sigo vivo!” las
cuales resultan por demás enigmáticas e interesantes.
¿Una forma de burlarse de sus asesinos? ¿Una exclamación
de que por fin era libre de este mundo? Posiblemente esto último, al morir podía
vivir de nuevo pero ya no como hombre sino como un ser libre de este mundo.
Su tío Claudio ordeno la ejecución de sus asesinos,
muchos de ellos magistrados que querían volver a instaurar la república.
La figura del emperador loco continuara por mucho
tiempo, es más interesante esa figura de monarca demente y depravado que la del
joven incomprendido.
Calígula quiso encontrar un sentido en este absurdo
mundo, pudo encontrar el sentido de la vida al momento de su violenta muerte, más
que un loco podemos ver a alguien que nunca encajo con el mundo que le rodeaba
y 1974 años después de su asesinato continúa siendo una figura incomprendida y
que no encaja con la historia.
Febrero 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario